Sánchez
Haase dio su lugar a talentos del mundo de hoy
Por Alejandro Méndez
Mazó
Tuvo lugar el V Concierto del Ciclo Oficial
Internacional 2016, de la Orquesta Sinfónica del congreso Nacional (OSIC). Dos
compositores de arrolladora personalidad concitaron el interés del público que
colmó el Teatro Municipal de Asunción “Ignacio A. Pane”, de 624 butacas.
El
atractivo de De Falla y Brahms, se vio enriquecido por un inhabitual plus, la
reunión en un mismo concierto, de tres jóvenes solistas que vinieron de Europa
especialmente para la ocasión.
El Programa
incluyó Noches en los jardines de España, para piano y orquesta de Manuel De Falla
(1876-1946); y Doble concierto para violín, violoncello
y orquesta, en la menor, Op. 102, de Johannes
Brahms (1833-1897).
La orquesta
Así
como brilló cada solista, brilló la afiatada Sinfónica del Congreso. Y
esto es lo que habrán soñado De Falla y Brahms para estas obras en particular,
un todo integral y radiante, en que no se concibe solistas sin orquesta ni
orquesta sin solistas.
En efecto, cada instrumento solista, es al
mismo tiempo, “un instrumento más de la formación”. Estas obras no podrían ser
ejecutadas sino por una combinación de orquesta y solistas virtuosos.
El solista de piano
Mateo Sforza |
En la primera de las obras, fue solista de
piano Mateo Sforza, un paraguayo que
realizó su primera formación en Paraguay, en el Conservatorio Diapasón,
dirigido por la maestra argentina Valentina Díaz-Frenot, y tras ello, se
estableció en Italia para seguir su licenciatura en el Conservatorio “Giusseppe
Verdi” de Milán.
A Sforza le cautivó la historia de la obra,
cuya versión primigenia fue concebida en 1909 como un “nocturno” – a la manera
de Chopin - para piano solo, por De Falla, el genio andaluz nacido en Cádiz.
Fue en París, la capital impresionista por entonces y centro de creación
musical, donde también estaban maestros de la talla de Debussy, Ravel o
Albeniz.
El proceso creativo
de Noches en los jardines de España
Mateo Sforza |
Ravel y Viñes instaron al creador, a
enriquecer con recursos expresivos orquestales, esa obra cubierta por un halo
de misterio. Y es que la orquesta brinda mayor posibilidad de ilustrar con
imágenes sonoras, propias de la evocación impresionista de lugares y momentos.
Así fue como de Falla se tomó seis largos
años, para concluir el trabajo que, fiel a su estética, lo definió como
“impresiones” y no como “concierto”. En efecto, colocó la nota final en 1915,
hospedado en las afueras de Barcelona, en una residencia emplazada en una
playa, perteneciente a un pintor, que presuntamente en ese momento pintaba
paisajes que también influyeron en De Falla.
El Doble concierto y sus circunstancias
Aparentemente,
el “Doble” era un esbozo de un concierto que Brahms había prometido a su amigo,
el gran cellista Robert Hausmann. Por otro lado, su profunda amistad con el
gran violinista Joseph Joachim estaba en crisis, porque, disuelta la relación
de Joachim con su esposa, Brahms había tomado partido por ella.
En un
gesto verdadero de buscar la reconciliación, Brahms le dedicó a Joachim su
nueva obra. El manuscrito que Brahms entregó a Joachim, reza: “para aquel para
el cual fue compuesto”. Y el motivo musical basado en las notas fa-la-mi
(F-A-E), atraviesa imparable los tres movimientos del concierto. Esas notas
(F-A-E) no son sino las iniciales de la frase dedicada Joachim, “Frei, Aber
Einsam” (“Libre, pero solitario”).
Los solistas de
violín y cello
Carolina Mazalesky |
Brams
es considerado el más clásico de los compositores románticos. En
correspondencia con el romanticismo del compositor, absolutamente compenetrada,
casi sin abrir los ojos, la violinista Carolina
Mazalesky interpretó apasionadamente sus partes.
“(La
obra) no tiene una lógica que pueda memorizarse fácilmente, porque no siempre
el violín o el cello llevan la melodía central de la obra, sino melodías de
acompañamiento en varios pasajes, como un instrumento más de la orquesta”,
puntualizó la violinista argentina establecida en Viena.
Agregó
que le llena mucho venir a compartir con la Sinfónica del Congreso, los músicos
y su director, cuya apertura calificó de “genial”.
Benedikt Hellsberg |
El cellista
vienés Benedikt Hellsberg pisó
por primera vez Latinoamérica para participar de este concierto. Nacido en una
familia de músicos, es hijo y hermano de integrantes de la Filarmónica de
Viena, la ciudad de la música. Interpreta
con frecuencia música de cámara junto a integrantes de la Filarmónica de Viena,
como así también con destacados artistas internacionales como Lang Lang.
“Las
partes están muy bien escritas, porque los dos instrumentos solistas están en
el mismo nivel, a diferencia de lo que ocurre comúnmente, que el violín se
destaca por sobre el cello”, opinó Benedikt, que preparó su parte el año pasado
ya, apenas recibió la invitación del maestro Sánchez Haase.
Final de fiesta
La ovación del público premió a la orquesta
y a cada uno de los solistas, jóvenes talentos entregados por entero a su
vocación y reconocidos en el viejo mundo, cuna de la música erudita. Estos
artistas son la prueba de que el éxito es resultado de “un 2 % de inspiración y
un 98 % de transpiración”.
Tras
bambalinas, Mazalesky juzgó que “sería injusto comparar Asunción con Viena,
porque aquí no existe el apoyo gubernamental y otras ventajas que hay allá”.
Reconoció que, sin embargo, Sánchez Haase tiene buenas razones para estar
orgulloso de la Sinfónica del Congreso.
Carolina y Benedikt |
Concluido el Programa, el propio Hellsberg, en un correcto castellano,
presentó el bis que exigió el público. Y Passacaglia para Violin y Violoncello (Handel-Halvorsen) fue un broche de oro excelso. Un observador, pensando en voz alta, se preguntó
“¿cómo hacen para entenderse tan bien estos dos jóvenes?”, y adivinando la respuesta tal vez, se
contestó a sí mismo con otra pregunta: “¿serán pareja?”
Ante el vigoroso aplauso del público, el
maestro Sánchez Haase sonrió sereno pero pleno de satisfacción, junto a la
agrupación estable que dirige, y además cedió espacio a cada uno de los
solistas, para recibir la admiración y el cariño de sus fans.
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